En el marco de la semana Calasanz, varios salones de bachillerato tuvimos la oportunidad de ir a instituciones educativas oficiales de bajos recursos, con las cuales se proyectaban días antes unas actividades lúdico-recreativas a seguir con estos.
Nosotros, 10C, decidimos dividirnos en 5 grupos de estudiantes y cada uno se encargaría de un salón, así nosotros íbamos rotando con juegos y actividades para compartir con estos niños y niñas. Entre las actividades estaba pintucaritas, refrigerio, historias, actividades deportivas, entre otras.
Es interesante ver como más de 400 años después de que Calasanz fundara estos colegios, en los que el compartía este tipo de espacios, ahora son sus discípulos lo que realizan la labor que el tanto amaba, que era el encuentro con los niños y sobre todo con niños que son víctimas de la violencia estructural por parte de la sociedad entera, tal como en la roma de su época.
Reflexionando un poco sobre esta actividad, nuestro salón se daba cuenta que tal vez las cosas son un poco distintas y al contrario de lo que se podría pensar, son estos niños los que nos llenan a nosotros, que sin tener nada nos entregan todo, un abrazo, un gracias, un te quiero.
Sin duda alguna esta actividad deja salir lo mejor que tenemos guardado dentro de nosotros, nos deja ver porque Calasanz hizo lo que hizo y en definitiva hace la semana en la que se le conmemora un poco más cercana a él.